Notas sobre Mediumnidad III – El Despertar
Filosofía

Notas sobre Mediumnidad III – El Despertar

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Notas sobre Mediumnidad III – El Despertar

Notas sobre Mediumnidad III – El Despertar

Sin duda, el despertar de la mediumnidad es una etapa notable en la vida de cualquier médium, la gran mayoría no acepta las sensaciones que percibe, algunos tardan meses, la mayoría años y otros terminan su vida sin aceptar su sensibilidad mediúmnica. Cuanta más fuerza se hace para controlar la mediumnidad, o mejor, para sofocarla, más doloroso es su despertar. Algunos "simulan" mentirse a sí mismos y afirmar copiosamente que no sienten "esas cosas". Los motivos que llevan al médium a hacerlo suelen ser el miedo, la ansiedad, la terquedad o la vergüenza. No hay signos físicos que diferencien a una persona con sensibilidad mediúmnica de otra que no la tiene en grado avanzado, por lo que, a diferencia de lo que afirman muchas películas y revistas, el médium no es esa persona anciana, desfigurada o tuerta, los médiums son personas con apariencias y hábitos normales.


Actualmente, los médiums que trabajan en los Templos Espiritualistas Umbanda o Centros Espíritas son personas de nuestro entorno familiar o profesional. Ser médium no es ser anormal o diferente, es tener la capacidad de desarrollarse y dedicarse a los demás. Para ejemplificar mejor la mediumnidad y su despertar, superación, uso a favor de los demás y continuidad del trabajo, hagamos una analogía con el nacimiento de una tortuga. Los pollitos deben "romper" el huevo que los sostiene, SOLO. Esto debe ocurrir de noche, en la oscuridad, de lo contrario serán blancos fáciles para los depredadores, ya que sus pezuñas aún no los protegen. Acaban de nacer y deben caminar hacia un foco de luz que no conocen (el mar es siempre la parte más luminosa, es el lugar donde estarán a salvo). Deben correr, porque si no llegan al agua antes del amanecer, serán el desayuno de sus depredadores. Cuando llegan al agua se vuelven más ágiles, sin embargo, siguen siendo el objetivo de numerosos depredadores. Por eso sobreviven muy pocas tortugas. Sin embargo, a medida que crecen se convierten en hermosas criaturas, protegidas por un caparazón muy duro, se vuelven enormes.